A nivel mundial, existen más de 200 enfermedades reumáticas, que afectan a personas de todas las edades, desde niños hasta ancianos. Estas enfermedades constituyen un problema de salud pública de gran magnitud, afectando aproximadamente a uno de cada cuatro adultos en todo el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud, las enfermedades musculoesqueléticas son la principal causa de discapacidad a nivel global, superando a enfermedades cardiovasculares y respiratorias en su impacto sobre la calidad de vida.
Las enfermedades musculoesqueléticas comprenden un amplio espectro de afecciones que involucran huesos, músculos, articulaciones y los tejidos circundantes. Estas condiciones pueden provocar dolor, inflamación, rigidez, limitación del movimiento y, en casos graves, deformidades. Un ejemplo común es la osteoartritis y la gota.
Por otro lado, las enfermedades autoinmunes sistémicas, como el lupus eritematoso sistémico, el síndrome de Sjögren, la esclerodermia y la dermatomiositis, pueden afectar múltiples órganos y sistemas del cuerpo, incluyendo los riñones, los pulmones, la piel, el corazón y el sistema nervioso central. Estas enfermedades son particularmente complejas y requieren un enfoque multidisciplinario para su manejo.
La naturaleza crónica de muchas enfermedades reumáticas implica que los pacientes necesitan un seguimiento constante por parte del reumatólogo a lo largo de su vida. Este seguimiento es fundamental para ajustar el tratamiento, controlar los síntomas, prevenir complicaciones y mejorar la calidad de vida del paciente. Además, la educación del paciente sobre su enfermedad y la importancia de la adherencia al tratamiento son aspectos clave en la reumatología moderna.
Los reumatólogos somos médicos especializados en la diagnosis y tratamiento de enfermedades reumáticas. Nuestra labor es fundamental en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades complejas que requieren un enfoque personalizado y a largo plazo, trabajando para mejorar la calidad de vida de los pacientes.